Los bestiarios medievales
Los Bestiarios eran volúmenes ilustrados muy populares en la Edad Media en los que se describían animales y plantas. Su finalidad no era científica sino moralizante. Por este motivo incluían información sobre las virtudes y los pecados con los que se asociaba a los animales por su origen divino. Este valor simbólico era tan importante que los animales reales se clasificaban según se consideraran de signo positivo o de signo negativo. Se consideraban de signo positivo las aves en general, por representar el alma alejándose de lo terrenal, y el león, representación de la nobleza y la fuerza y, por consiguiente, de Dios. Por el contrario, eran de signo negativo o portadores de perversiones la serpiente, símbolo del diablo, el mono, visto como caricatura del hombre, y la liebre, el conejo, el jabalí, el cerdo o la cabra, animales terrestres de sangre caliente considerados sucios y lascivos. Por lo que respecta a los insectos, los voladores, al igual que las aves, estaban asociados a lo espiritual y se consideraban positivos, especialmente las mariposas. El resto, solía interpretarse según resultasen útiles para el hombre o una plaga. Así, por ejemplo, la abeja es vista como laboriosa mientras que la langosta conlleva hambre y miseria. En cuanto a los arácnidos, la araña es tenida por traicionera por su forma de cazar y por laboriosa también por su empeño en tejer y reparar la tela. El escorpión es percibido siempre como negativo y representa en la simbología cristiana a los judíos, al igual que las víboras. Los reptiles, en general, son vistos como negativos, sobre todo la serpiente y el cocodrilo, que se considera una evolución de los dragones mitológicos. Los peces y los anfibios, al asociarse al agua, son mayoritariamente positivos. Las ranas son los anfibios que aparecen con más frecuencia en los bestiarios y en la iconografía medieval. Se consideraban como benefactoras de los cultivos. En cambio, los sapos se entienden como una degradación de las ranas viéndose, por tanto, como negativos. Además de las compilaciones sobre animales reales, había también bestiarios fantásticos, que contenían información sobre seres mitológicos tomados de culturas paganas como la griega, la latina o la persa. Estos animales irreales, formados normalmente por la combinación de partes de distintos animales, fueron rápidamente adoptados y se interpretaron en función de los valores de los animales reales que contenían. Así, por ejemplo, los grifos, al tener cabeza y alas de águila y cuerpo de león, eran positivos o portadores de virtud mientras que el dragón, al ser una serpiente alada, era negativo. Imagen: Bestiario de Aberdeen. University of Aberdeen, serg-aberdeen.net