El grillo. Metamorfosis y ciclo vital
El grillo pasa por tres estadios durante su vida. Estos tres estadios son: huevo, ninfa y adulto. Hace, por tanto, una metamorfosis simple o incompleta ya que no pasa por la fase de pupa o crisálida a diferencia de la mayoría de los insectos. En la naturaleza las hembras ponen los huevos en el suelo y, a veces, en las raíces de las plantas. En los lugares donde el año tiene estaciones diferenciadas, suelen ponerlos en verano quedando inactivos durante el invierno los puestos a principios de otoño. La hembra pone sus huevos a aproximadamente un centímetro de la superficie del terreno para protegerlos. Para ello usa su característico oviscapto. En lugares con temperaturas estables, como países cálidos o granjas, los huevos eclosionarán al cabo de 10 o 14 días. Se calcula que una hembra en cautividad pone de 200 a 300 huevos durante su vida en distintas puestas. El número de huevos por puesta es mayor cuanto más joven es la hembra. Las ninfas recién nacidas son muy blandas y de color blanquecino pero rápidamente adquieren el color propio de su especie al endurecerse la quitina de su exoesqueleto. A diferencia de otros insectos que pasan por la fase de pupa o crisálida, las ninfas ya son muy parecidas a los adultos de su especie. Durante este estadio la ninfa va cambiando de piel o exoesqueleto según va creciendo. El número de mudas varía entre 7 y 10. Cada muda dura aproximadamente una hora, tiempo en el que el insecto resulta muy vulnerable ya que, como al nacer, su exoesqueleto es blando y su movilidad es reducida e incluso nula en parte del proceso. Según nuestra experiencia, en el caso de la Acheta domestica este estadio puede durar 5 o 6 semanas si está a 25ºC y 4 si la temperatura es de 30ºC. De manera similar, el Gryllus assimilis es una ninfa durante 6 o 7 semanas a 25ºC, reduciéndose este tiempo a 5 semanas a 30ºC. Tras la última muda, el grillo pasa a ser adulto. En esta última muda, denominada metamórfica, los cambios externos más relevantes son el desarrollo completo de las alas, en aquellas especies que las tienen, y el del oviscapto que ya apuntaba en las últimas mudas como ninfa, en el caso de las hembras. Transcurridos unos días tras la última muda ya pueden aparearse, siendo las hembras atraídas por los machos mediante el canto o estridulación que producen friccionando sus alas. El tiempo que puede vivir un adulto varía según la especie y las condiciones de vida. Por ejemplo, una Acheta domestica o un Gryllus assimilis adultos pueden vivir de 10 a 12 semanas en cautividad.